Al cumplirse los diez años de trayectoria de la Fundación, los datos que se contienen en esta Memoria son la crónica de las actividades programadas y emprendidas desde su inicio en el año 2001
Con objeto de maximizar sinergias y desarrollar proyectos conjuntos de cooperación se ha participado a lo largo del año 2011 en la edición de diferentes libros:
Los dos últimos volúmenes de la colección Arte y ciencia de la sanación. Historia de la educación dirigida por la Prof. Hernández Conesa de la Universidad de Murcia. Se trata de las monografías:
El Pistero -ISBN 978-84-695-6028-0- Editado por el Colegio Oficial de Diplomados en Enfermería de Madrid en colaboración con la FMTMS según textos, diseños, fotos y diagramas de Mª Teresa Miralles Sangro. Madrid 2011.
Este pequeño libro está conformado por varios capítulos donde nos informa, reflexiona y explica, por una parte, las definiciones que, a lo largo de los años, se van concibiendo sobre este instrumento recalcando quién, cómo, para quién y para qué se utilizaba, su forma y cómo llegó a incorporarse al ámbito sanitario y, por lo tanto, a ser utilizado por las enfermeras; llaman nuestra atención las 34 fotografías, patrimonio en su mayoría de la Fundación de Miralles Sangro, aunque también pertenecientes a museos tanto nacionales como internacionales.
Con el fin de conocer el origen y la historia de un instrumento tan cotidiano para las enfermeras de una época, como fue el pistero y tomando como punto de partida su definición y el estudio de su etimología, se lleva a cabo una revisión bibliográfica que abarca la esfera social desde el siglo XVI y el entorno de la Enfermería desde finales del XIX hasta la actualidad.
En el desarrollo del estudio se describen varios aspectos: la dificultad de los cuidadores para administrar sin que se vierta, un líquido al enfermo tumbado en la cama; el uso popular del pistero; el tipo de alimentos susceptibles de introducir en su interior; cuándo empiezan las enfermeras a usarlo; la cultura sanitaria y el modelo profesional de las enfermeras, terminando con su artesanía y fabricación.
A modo de conclusión avanzamos que el pistero fue útil y se empleó habitualmente a lo largo de un siglo, desde mediados del XIX hasta la segunda mitad del XX. Su utilización comenzó en el doméstico por la familia, madre, esposa o hermana y más adelante se incorporó al ámbito sanitario en hospitales, sanatorios y asilos, utilizándolos ya las enfermeras.
Hay una Historia de los grandes acontecimientos, de la política, de las efemérides. Y también hay otra historia más pequeña, de la que somos autores, es una historia en minúscula: la historia que habla de lo cotidiano, de lo doméstico, de aquello cercano. Es en ésta donde pretendo intercalar «La pequeña historia del biberón»